Quién le permitió hablarle de amor a mi corazón?
¿Con que derecho a mi alma embeleso?
¿Quién? ¡Quién se lo permitió!
Llegó únicamente a mi oscuridad iluminar;
mientras con dulzura mi dolor hacía evaporar.
¿Qué es lo que espera de mí?
No quiero hablarle de amor,
deseo descubrir junto a usted
esa ilusión que hace el orgullo desaparecer.
Pero, ¿Por qué yo?
¡Lo confieso! me enamoré de usted
y ni siquiera he podido sus labios besar,
su rostro acariciar... y aquí agonizo todas las
noches
para poderlo abrazar... entre sabanas y almohadas
que mis secretos suelen guardar.
Adoro el aroma de su piel;
su maldito sarcasmo que hace mi cabeza enloquecer,
esa mirada retadora y su sonrisa burlona...
me enamoré perdidamente de usted.