— ¿Por qué dices eso?
—He visto que te has transformado en un loco, en
alguien que se arriesgaría a darlo todo por ella.
—¿Y dime eso tiene algo de malo? Siempre lo hago
por mi propia voluntad: a veces me desvelo hasta hacerla reír, estoy al
pendiente de su salud, y cada vez que enloquecemos en la cama me esfuerzo por
darle un orgasmo. Y todo lo hago con mi felicidad puesta en mi alma.
—¿Y ella qué hace por ti?
—Me sonríe y mientras lo haga, yo trataré de ser el
dueño de su felicidad.
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