"No eres tú, soy yo", estas palabras
resonaron en mi cabeza durante muchos días con sus noches.
Lloré decenas, cientos, miles de lágrimas,
me sentí sola, me sentí fea,
me sentí débil, me sentí enferma,
tuve miedo y mucha pena;
tuve frío y tú, tú no estabas, te habías ido.
Tardé mucho tiempo en comprender lo que dijiste: no
eres tú, soy yo...
Quisiste ser amable al decir que me dejabas porque
no eras suficientemente bueno, cuando creías lo contrario,
¡Que gran detalle!, ¡Te lo agradezco!
Ningún sufrimiento es eterno, eso es tan cierto
como el sol.
Curé mis heridas poco a poco, con más fé que
certeza,
y paso a paso recuperé mi autoestima, me recuperé a
mí misma.
Hoy acepto sin penas ni dudas que no, no eres tú,
soy yo.....
Soy yo quien llenó de mimos a quien no sabe de
cariños buenos.
Soy yo la que dió Te amos a quien no conoce ni un
Te quiero.
Soy yo quien te hizo el amor y para tí fue tan sólo
sexo.
Soy yo la que entregaba el alma a quien sólo quería
un cuerpo.
Soy yo la que quiso sembrar amor en el desierto.
Soy yo quien quiso llevar al cielo a quien se
siente cómodo en la suciedad del infierno.
Soy yo, quien dió perlas, a un cerdo.
En verdad, no eres tú... fuí yo.
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