El segundo amor.
¿Quién dijo que el para siempre no existe, cuando
diario despiertas en la primera plana de mis pensamientos?, ¿Quién dijo que el
primer amor es el que nunca se olvida, cuando tú me hiciste creer de nuevo? Y
hoy, en pleno cierre de ciclo, en plena despedida, quiero decirte las cosas que
no te dije, lo que guardé por días, semanas, años, las cosas que no supe
reconocer cuando te tuve, y que hoy, mientras sé que tomas tu camino, necesitas
saber.
Es curioso como pasa el tiempo, como parece que
nada cambia, pero de pronto al mirar atrás y lo haces con atención, lo sabes:
todo ha cambiado. Nosotros cambiamos, crecimos para perseguir nuestros sueños,
nos quisimos tanto que íbamos herida por herida, sanándolas todas, y de pronto
nos convertimos en un amor nostálgico, un amor que vive del pasado, de las
cosas que fuimos, hicimos, y de lo que nunca seremos, las canciones que nunca
escucharemos y lugares a los que nunca iremos, al menos no juntos, no de la
mano. Y está bien, cuesta aceptarlo, pero jamás podría arrepentirme, y hoy que
sé lo que es amor, lo sé gracias a ti. Lo sé gracias a que me tomaste de la
mano para levantarme, lo sé gracias a que me escuchaste, a que creíste en mi y
compartiste conmigo lo que amo, lo que sufro, lo que me lastima, lo que me
fortalece.
Dicen que el primer amor nunca se olvida, yo digo
que es una mentira grande, ¿A quién le importa el primer amor, cuando llega uno
segundo que sacude tu mundo y te hace entregarlo todo de nuevo? Nadie podría
ocupar tu lugar, y es que es cierto, ningún amor pasa del mismo modo dos veces,
¿Y sabes? Me alegra que así sea, porque si alguien quisiera igualarte,
seguramente fallaría. Gracias por recoger los pedazos y ponerlos en orden,
gracias por estar en todo momento, por impulsarme, por decirme cuando era infantil,
y abrazar mis defectos tanto como mis cualidades. Gracias por hacerme reír, por
compartir conmigo tu música favorita, por dejarme entrar a tu vida y vivir en
ella por 4 años, por ser mi cómplice, mi mejor amigo, mi enemigo, mi reflejo,
mi compañía, por ser todo lo que cualquiera pudiera pedir. No necesitaba nada
más, contigo lo tuve todo, incluso en los malos momentos me hiciste encontrarme
conmigo misma, conocer mis límites, me hiciste madurar.
Gracias por haberme querido libre, por no cortar mis
alas, por siempre respetar mi esencia, por desafiarme, ¿Ves? Hay tanto que no
te dije. Hoy más que nunca me doy cuenta, veo todo tan claro y sé que no pude
darle mi corazón a mejor hombre, con fallas, si, pero con aciertos únicos. Y
hoy mientras te voy soltando, recuerdo la primera vez que hablamos, la primer
diferencia, la primera vez que te vi y pensé “lo amo, lo amo tanto”, recuerdo
cuando pasamos San Valentín juntos, o cuando te escribí la primer canción. Todo
eso que corre como río y se pierde entre el océano, todo eso que sucedió y hoy
me hace sonreír y recordar el tipo de amor que quiero, el tipo de amor que me
enseñaste: quien no tenga miedo de amarme, quien me de mi espacio, y quien
puede estar solo pero prefiera compartir conmigo su día a día. Me enseñaste que
el amor verdadero no siempre es terminar juntos, sino que a veces es poder
apreciar el esplendor de cada uno de lejos, porque dejar ir es otra forma de
demostrar amor.
Así que me quedo tranquila, con lo brillante de tu
ser, con tus impulsos, con tus errores, con tu sonrisa, con tu mirada, con cada
uno de los momentos que tuve a tu lado. Me quedo satisfecha al saber que te amé
todo lo que pude, que te di todo, que no dudé en entregarme y en creer en
nosotros, te quise hasta los huesos, y al final eso es todo lo que importa. No
importa a donde vayas, lo qué hagas, siempre estaré aquí, puedes contar
conmigo, puedes contarme todo, porque libre te quise, y libre te querré por
siempre.
Para ti, mi segundo amor
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