Yo no tengo sexo, edad ni raza.
Nadie
pudo jamás verme, oírme ni tocarme. Y sin embargo todos saben que existo,
porque alguna vez sintieron mi presencia.
Nací
con el hombre y aún ya fui antes, porque el hombre mismo, fue producto del amor
o sea de mismo.
Habito
en el corazón de los hombres y comparto mi hogar con otros sentimientos como la
alegría, la tristeza, la ira y el odio.
No
tengo brazos y sin embargo soy tan fuerte que muchos dieron la vida en mi
nombre.
No
tengo piernas, mas sin embargo, puedo unir continentes sin mediar distancias.
Nunca
tuve ojos ¿para qué los quiero? si sólo me interesa la belleza interior y para
verla no los necesito.
No
tengo boca y a pesar de ello, los más grandes poetas crearon los versos más
hermosos que se pronuncian en mi nombre.
No
tengo oídos, pero soy capaz de escuchar la voz del corazón. ¿Cómo me alimento?
podrás preguntarte.
Me
gustan las palabras dulces y los gestos cariñosos. Me encantan las miradas
tiernas, el eco de las risas, el valor de la amistad.
Me
robustezco cuando me alimento de ilusiones y de fe, crezco en el compromiso y
la entrega. Tengo mucho miedo a la ingratitud y a la traición.
El
dolor y la pena pueden herirme pero no matarme. No quisiera conocer la muerte,
pero el olvido es capaz de causármela.
¿Qué
dónde estoy, cómo darse cuenta de que existo?
Pues
bien, fíjate en los ojos de una mujer acariciando la cara de su amado, allí
estoy yo.
Mira
a tu alrededor las flores, los pájaros, el cielo, las nubes y las estrellas, y
me verás a mí, porque todos ellos fueron creados por amor.
Contempla
el rubor del rostro de una niña ilusionada al recibir su primer beso, sigo
siendo yo.
En
el cariño del amigo que te tiende la mano, te comprende, te escucha y te
reconforta, allí estoy yo.
En
el abrazo afectuoso de un amigo, en la emoción de un hombre y una mujer uniendo
sus cuerpos, estoy yo.
En
el recuerdo de la sonrisa dulce de una mujer que se fue, también estoy yo.
En
la ternura de un niño jugando con un animalito, sigo siendo yo.
En
las razones que me motivaron a contarte esto, también estoy yo.
En
muchos sitios, a través del tiempo, sin importar las diferencias, estoy yo
Si
quieres buscarme hazlo, pero has de saber que sólo me encontrarás cuando ya no
pienses más en ti mismo. En ese momento sólo abre tu corazón y me hallarás
Yo,
el Amor
ResponderEliminarCuando todo parece habernos abandonado -es decir, cuando este puto mundo se saca la careta y nos hace una mueca- el pensar en nosotros mismos y amarnos oportuna, sana y preferentemente, nos rescata de la desolación cuando no de la degradación, y a veces la muerte... en vida.
Dame un beso... cielito.
recordemos que el mundo somos nosotros como seres con conocimientos y consabidos de nuesras acciones con las consecuencias inmediatas y futuras..lo que pensamos, eso somos y hacemos al mundo que nos rodea....el amor todo lo puede, todo lo espera, todo lo cree, todo lo sufre, todo lo soporta...no es egoista, no es jactancioso, ni vengativo...
ResponderEliminarPRECIOSO Y MUY SABIO SU COMENTARIO QUERIDO ADRIAN SALUDOS.
Eliminar¡Que cosa mas hermosa! me encanto su lectura! Un abrazo desde Venezuela.
ResponderEliminarGracias a ti Nelson por leerme y recibo con mucho gusto tu abrazo venezolano
Eliminarten uno de vuelta desde Mexico.