Tus manos vienen y van esta noche,
desde que llegaste tus manos están
movedizas,
me capturaron hace un rato mientras
conversábamos sobre algo
interesante que ya olvidé,
y volvieron al ataque
amoroso,
antes incluso de que nos diéramos… el
primer beso.
Ellas saben lo que quieren o tal vez no,
y prueban por mis brazos mi
cintura,
mis piernas.
Tus manos acarician claro,
pero también alivian; tus manos no
solamente me tocan,
me dan forma; y me despierto en el
medio de la noche, y veo tu espalda.
Es extraño porque nos dormimos abrazados,
constato así que dormidos nos
entregamos a ciertos movimientos, y por un momento en ese entresueño, tu
espalda dejó de respaldarme y está aquí… desarmada.
Supongo, ambivalente entre los dientes,
que dormido has decidido rendirte;
de espaldas te percibo indefenso,
confiado y en paz, y yo me siento
tu guardiana, tu dueña.
Voy a estar a la altura de tu
fragilidad, voy a besarte la espalda…Para endulzarte el sueño.
ResponderEliminarAmelia...
Lo sé mi amor...
puedo quedarme rendido,
de espalda, pecho, libre o mariposa,
y tú... siempre serás el azúcar de mi sueño,
por eso me quedo muy confiado y en paz a tu lado,
aunque: *Camarón que se duerme se lo tragan en el chifa*.
Contigo... soy un pulpo.